La Constitución Política en nuestros tiempos

Estamos en unos tiempos diferentes, tiempos en que podemos aferrarnos a paradigmas que funcionaron en el pasado, o bien, revisar si lo que nos están proponiendo actualmente, como nuevas formas de pensamiento, sean viables, de bien común, sanas, o eficaces para vivir en comunidad.

El hecho es que, conforme nos fuimos aglutinando para vivir en ciudades, ha sido necesario estar revisando nuestro contrato social. Un contrato en el que el individuo acepta vivir en sociedad y respetarla, y la sociedad a la vez acepta garantizar un ámbito mínimo de libertad. Así que, la historia nos demuestra la lucha ingesta entre los gobernantes pretendiendo imponer arbitrariedades al individuo; y en la otra hacer promoviéndose el individualismo, el anarquismo que defiende a ultranza libertades y derechos, aunque eso afecte a los demás.

Los altibajos de la historia en ese sentido son muy evidentes. Sin embargo, la sensación que existe es, sobre todo a raíz de la historia europea, es que ha existido más la arbitrariedad y el abuso del poder, y menos la libertad. Eso es lo que nos ha impuesto la historia. Sin embargo, todavía al día de hoy, seguimos buscando un balance, que sea adecuado entre el ejercicio del poder por parte del Estado, y la protección del ámbito de libertad de los miembros de una sociedad.

Por lo anterior, es que, conocemos, como grandes hitos históricos, el reconocimiento de derechos que conlleva el ejercicio individual de la libertad. De ahí que hayan surgido grandes personajes históricos, que son héroes y hasta mártires, por haberse enfrentado al poder, porque se ha abusado de este.

Entre esas conquistas como humanidad, contamos con el establecimiento del constitucionalismo, que devino como consecuencia de naciones que vivían en territorios, y que se fueron proclamando estados, independientes, y con una característica, eran soberanos ante sus habitantes, y ante otros estados. Para eso nace la Constitución política. Su gestación entrañó siglos de ensamblaje, empezamos a ver atisbos con el rey Ciro, primer rey persa, allá casi 540 años antes de Cristo, que liberó a esclavos y decretó el respeto a la libertad de culto de un pueblo que quería alabar a su modo y a su Dios. Luego, en 1215 con la Carta Magna en Inglaterra. Y grandes movimientos históricos ya siglos después en la Guerra de independencia americana en 1776 y la Revolución Francesa en 1789. De ahí se dan, se dieron las primeras bases de las actuales constituciones política de los estados, cuya idea principal es regular el ejercicio del poder, dividiéndolo en funciones, ejercidas por diferentes entidades estatales y tutelando con ello, el concepto de libertad de los ciudadanos y de los habitantes de esos territorios, que se circunscriben a fronteras, fronteras que guardan una esencia, una idiosincrasia, una forma de vivir en comunidad, con la capacidad de autogobernarse, en donde se respeta además la visión, la cultura de los estados vecinos, sin entrometerse en sus asuntos.

Al interno de los estados, es que se dan despotismos, o bien se permitía la anarquía.
Con la Constitución Política, se empieza a afirmar una cultura de cada vez mayor respeto y sujeción a la Ley como el instrumento idóneo para poder vivir y convivir en sociedad.
En los siglos XVIII, XIX y XX, las constituciones políticas se consolidan  como el instrumento normativo más importante del ordenamiento jurídico, alcanzando su mayor apogeo después de la Segunda Guerra Mundial, cuando la gran mayoría del atlas mundial proclamo sus constituciones políticas a lo interno de los estados.

La fe en que el respeto a la Constitución Política es lo que trae la paz social, el desarrollo de la libertad, y el ejercicio sano del poder político, económico y social, pasó a ser prácticamente como una verdad absoluta en el siglo XX. Por eso es que vemos en esas normas jurídicas, como en Costa Rica, que el ciudadano vaya persuadiéndose que el respeto a la Constitución y a las leyes, es lo que hace que el contrato social pueda darse y pueda irse desarrollando en todos los aspectos.

Tirios y troyanos, gobernantes de un ala ideológica u otra, unos defienden la Constitución por sus propios intereses, y otros la defienden porque tienen un deseo sincero y cabal de llevar a la comunidad a niveles superiores de desarrollo en todo sentido. Y ahí, es donde entra el poder judicial como el garante protector de la Constitución y del control de legalidad de los actos de los gobernantes y de la resolución de conflictos de intereses entre particulares, o entre particulares y el Estado. De ella es que desprende, la protección de los derechos fundamentales, hoy en boga como derechos humanos, y esta, se dice, es la razón primordial, que muchos estiman como objetivo principal de la existencia de constituciones políticas.

Sin embargo, hoy, ese paradigma se encuentra cuestionado, veladamente, nadie lo cuestiona directamente, porque sabe que con ello, se atacaría el espíritu democrático de la gente común.  Y al no ser algo que reciban bien los gobernados, los gobernantes de turno, la tergiversan con interpretaciones que llaman progresivas, pero que en realidad sólo pretenden menoscabarla y hacer que sus intereses particulares prevalezcan, aún, cuando eso violente la ley.

La Constitución Política es un parámetro por el cual las personas pueden evaluar si sus comportamientos individuales son apropiados para tutelar su propia individualidad, o para ponerse en los zapatos de los demás y respetar también la individualidad del Otro.

En nuestro caso, la Constitución Política de Costa Rica data de 1949, y detalla los principios jurídicos, democráticos y de bien común, que han sostenido a esta sociedad por ya más de 70 años.

Sin embargo, es cierto, que la realidad de aquel entonces, es muy diferente al actual, pero no podemos ignorar, que es por esta constitución, que tenemos la sociedad que tenemos: con educación gratuita, con la búsqueda de un reparto adecuado de la riqueza, con el principio de legalidad que constriñe a los gobernantes en su ejercicio de poder, que le da peso a la opinión pública como contralor político del gobierno, y sobre todo, sí, que tutela y protege, el ejercicio de la libertad personal y de los colectivos que representan intereses generales o difusos.

Desde los años 80´s, fuertemente se analiza la posibilidad de realizar una reforma general a esta Constitución, para que se pueda ir adaptando a los nuevos tiempos, sin embargo, han pesado más la procrastinación, que la visión, por cuanto se detuvo un cambio necesario desde aquel entonces, especialmente en cuanto a la reforma del Estado. De pronto, y debido a la prosperidad, entramos en una comodidad peligrosa, por lo cual ahora, nos quieren sorprender, nuevas corrientes revisionistas de la historia y nuevas corrientes con ideologías del absurdo pero progresistas, que se unen entre ellas, y ahora esperan una oportunidad para traer cambios tan radicales, que favorezcan lo que pretendan además, tratar de imponer temas imposibles de ser concebidos antes por la Opinión Públicas, como un nuevo y reciclado el laissez faire, laissez passer”, pero con el sentido de que dejemos hacer lo que quieran al estado. Bien es sabido, que cuando llevas una idea al extremo, normalmente se vuelve en lo contrario, o produce el efecto contrario: Un nuevo y renovado estatismo, un estatismo “protector” de derechos, así entre comillas. Porque bien sabemos que no existe eso de darle más poder al estado, y que con ello, se desarrolle la libertad. Se trata solamente de eufemismos que propenden a la destrucción misma de la esencia de la nación y del estado mismo.  Por más de 30 años ya, se han protegido los derechos humanos, se han creado categorías nuevas de estos, y con ello, lo que se ha producido es el efecto contrario, por cuanto, ahora el Estado, no solamente debe velar por que se proteja la libertad, sino que es el principal sujeto que debe velar por esa libertad; los frutos de ese caos no son halagüeños en Costa Rica, pues más bien ha venido más burocracia engorrosa, más relativismo jurídico y como dijimos, hasta revisionismo jurídico e histórico. Por eso es que estamos en crisis, una crisis que debemos superar, aprovechando la oportunidad, de realizar nosotros mismos una nueva Constitución con base en la experiencia de la 1949, una constitución moderna, que haga un estado más ágil, que no meta sus manos donde no tiene que meterlas, y propugnando la responsabilidad de que ante todo derecho hay una persona o colectivos de personas que merecen protección, pero también deberes para con los intereses públicos, sin que estos últimos se impongan a ultranza.  Además de definir claramente, cuáles serán los principios jurídicos por los cuales el Estado debe ejercer sus distintas potestades y funciones en la sociedad.

El reto actual, parece ser, el de mantener los logros del pasado, y utilizarlos como fundamento para garantizar en el futuro, la existencia de la sociedad costarricense con independencia, a lo interno y que siga defendiendo la autonomía de la soberanía de los otros países también. Sin ignorar lo que ha sucedido en el pasado.

Aquí en este punto, tenemos a quienes se resisten por sus viejos pensamientos añejos y obsoletos, que se enfrentan a quienes quieren más bien, hacerlo todo arbitrariamente acéfalo e infundamentado.

Otro reto actual, es cómo solucionar la polarización de ideas, la polarización de fuerzas, la polarización de intereses sociales, que hace que parezcamos un país sin rumbo. La Constitución Política, sin duda, es el medio, por el cual se pueden lograr esos avances y balances, frenos y contrapesos necesarios, para poder seguir viviendo y conviviendo en sociedad, protegiendo la soberanía de los estados, su individualidad, su esencia, permitiendo la libertad de las personas y la libertad en el comercio de los bienes y servicios. Trayendo nuevos paradigmas como la protección de la intimidad, de la privacidad, de las comunicaciones y datos personales, en defensa efectiva de una andanada de tecnología que nos quiere mantener subyugados y controlados, aún en nuestro fuero interno, provocando, no desarrollo y libertad, sino más bien, disminución, menoscabo, miedo, opacidad y confusión de la individualidad y el desarrollo de la persona.

Al ver el desarrollo y expresión de las personas en las Redes Sociales, mediante el internet, vemos que, si es posible que se logren consensos y desarrollo en un futuro cercano, siempre y cuando quienes nos gobiernan, faciliten este proceso hacia el futuro.

 

Licenciado RAÚL ESCALANTE, constitucionalista.